Una verdadera educación cristiana tiene la capacidad de cambiar el rostro de una sociedad entera
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Una verdadera educación cristiana tiene la capacidad de cambiar el rostro de una sociedad entera

Habiendo sido toda mi vida devoto y admirador de otra santa excepcional, Santa Teresa de Jesús, a quien un nuncio, con menosprecio,  llamó: “fémina inquieta y andariega”, dándole, sin quererlo, una de las definiciones más certeras de su recia personalidad como mujer sin complejos, intelectualmente curiosa, y lanzada audazmente a los caminos del mundo, creo que Santa Sofía no se resentirá por esta comparación, ella, que en un momento dado también soñó con vestir el hábito carmelita, aunque Dios la llevó por otros caminos.