Felices los que son perseguidos por practicar la justicia (Mt 5,10)
Por Edgar Torres, CSsR
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia (Mt 5,10)
El origen de la conmemoración de la Justicia Social brota de la Asamblea General de las Naciones Unidas del pasado 26 de noviembre de 2007. El propósito del establecimiento de este día mundial es concienciar a la población y de impulsar acciones orientadas a que exista mayor justicia social. Se pretende sobre todo erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo decente; la igualdad entre los sexos, el acceso al bienestar social y la justicia social para todos.
Unirnos como cristianos a la celebración del Día Mundial de la Justicia Social es una toma de conciencia de nuestra responsabilidad y disposición de carácter en el compromiso de establecer un mundo desde los aspectos sociales, políticos, económicos y ambientales en donde se reflejen los valores del Reino. A ello se refería, el Papa Francisco, cuando en a Evangelii Guadium (201) al establecer que: “nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”.
El horizonte que nos hermana en esta tarea es el don de la humanidad. Don que nos ha de impulsar a desgastar la vida en la consecución del Bien Común. Esta decisión de dar la vida, desde la justicia social, inicia con la determinación de optar por el respeto la dignidad con la cual hemos sido constituidos. Es por ello, que salvaguardar los derechos adquiridos de todos es una labor apremiante en nuestro hoy, ya que, lleva a la visualización de ser ese prójimo (cf. Mt 25,40; GS 27) en servicio del amor que vivifica y dignifica.
Es por ello que no debemos apartar nuestra mirada, ni nuestro corazón, en este mar de indiferencia que nos arropa y nos insensibiliza, ante los escenarios de desigualdad e injustica. Ser cómplices de las estructuras de pecado es abrir la puerta a la desfiguración de la vida. Acoger la invitación de este día es seguir las huellas de Jesús en cercanía, disposición de escucha, confianza en la acción de Dios y ser testigos del milagro del poder celebrar juntos que justicia y la paz al encontrarse se besan (cf. Sal 85, 11-12).