Intención de la oración para Noviembre «por el Papa»
Por Marco Salas.
Cómo hizo alguna vez Francisco ante una plaza de San Pedro abarrotada, para el mes de noviembre, el obispo de Roma pide que oren por él y su ministerio. Aquel 13 de marzo de 2013, el nuevo Papa expresaba:
Y ahora, comenzamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad todas las iglesias. Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros. Pidamos siempre por nosotros: los unos por los otros.
Además, antes de recibir la bendición, todos los presentes en la Plaza de San Pedro fue invitada a rezar por el Papa argentino:
Y ahora quisiera dar la bendición, pero antes os pido un favor: antes que el obispo bendiga al pueblo os pido que pidáis al Señor para que me bendiga. La plegaria del pueblo pidiendo la bendición para su obispo. Hagámoslo en silencio.
Desde aquella solicitud para ser bendecido por el pueblo, Francisco no ha parado de repetir incansablemente una de sus famosas frases: «No se olviden de rezar por mi». Así, «desde el inicio, Francisco ha dado una gran importancia a la oración, pidiendo rezar por él, pero también por los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia» ( Frédéric Fornos S.J.).
Teniendo en cuenta esta sensibilidad del Papa, se puede comprender mejor la intención de oración para este mes (Noviembre 2023). Como se escucha en el video, Francisco recuerda:
Pidan al Señor para que me bendiga. La oración de ustedes me da fuerzas y me ayuda para que pueda discernir y acompañar a la Iglesia escuchando al Espíritu Santo. Por el hecho de ser Papa, uno no pierde su humanidad. Al contrario, mi humanidad cada día crece más con el santo pueblo fiel de Dios. Porque ser Papa también es un proceso. Uno va tomando conciencia de lo que significa ser pastor. Y en este proceso aprende a ser más caritativo, más misericordioso y, sobre todo, más paciente, como es nuestro padre Dios, que es tan paciente. Puedo imaginar que todos los Papas, al empezar su pontificado, tuvieron esa sensación de susto, vértigo, del que sabe que va a ser juzgado con dureza. Porque el Señor a los obispos nos va a pedir cuenta seriamente. Por favor, les pido que juzguen con benevolencia. Y que recen para que el Papa, sea quien sea, hoy me toca a mí, reciba la ayuda del Espíritu Santo, sea dócil a esa ayuda. Oremos por el Papa, para que en el ejercicio de su misión siga acompañando en la fe a la grey que le ha sido encomendada por Jesús y siempre con la ayuda del Espíritu Santo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí. Y recen por mí. A favor.
Escuchando el video del Papa se percibe una especie de confesión profunda. Francisco reconoce que «la oración de ustedes me da fuerzas y me ayuda». Al mismo tiempo, reconoce que su tarea como Obispo es la de «discernir y acompañar a la Iglesia escuchando al Espíritu Santo». La solicitud de orar durante todo este mes por el Papa tiene como trasfondo una convicción importante: «Por el hecho de ser Papa, uno no pierde su humanidad». Tal vez nos venga muy bien tener presente esta clave para los momentos de oración. Más aún, resulta más profunda la intención de la oración si recordamos que el Obispo de Roma ha insistido en que él, los obispos, los clérigos y los consagrados y consagradas no son toda la Iglesia. Al contrario, todos estos miembros forman parte de la Iglesia que esta tejida que otros miembros “no consagrados”. Así, por ejemplo, recordaba el 29 de octubre de 2014:
Ante todo, cuando hablamos de la realidad visible de la Iglesia, no debemos pensar sólo en el Papa, los obispos, los sacerdotes, las religiosas y todas las personas consagradas. La realidad visible de la Iglesia está constituida por muchos hermanos y hermanas bautizados que en el mundo creen, esperan y aman. Pero muchas veces escuchamos que se dice: «La Iglesia no hace esto, la Iglesia no hace esto otro…» – «Pero, dime, ¿quién es la Iglesia?» – «Son los sacerdotes, los obispos, el Papa…» – La Iglesia somos todos, nosotros. Todos los bautizados somos la Iglesia, la Iglesia de Jesús.
En este sentido, Francisco reconoce «mi humanidad cada día crece más con el santo pueblo fiel de Dios». Pueblo con el cual camina, crece, discierne y ora, como se vio en la reciente asamblea sinodal y se pudo leer en la carta final de dicha asamblea.
En otro aspecto relevante de la intención de la oración, escuchamos la confesión de Francisco: «Y en este proceso aprende a ser más caritativo, más misericordioso y, sobre todo, más paciente, como es nuestro padre Dios, que es tan paciente». Esto ha sido fundamental en el magisterio del Papa y de su forma de proponer su reflexión teológica. Cuando en la reciente entrevista con el medio argentino Telam, Bernarda Llorente (entrevistadora) le preguntó: ¿Y a veces uno se enoja con Dios? Francisco respondió con claridad:
No, me enojo con los demás. Por ahí le protesto alguna vez, pero sé que me está esperando siempre. Cuando meto la pata o cuando me enojo injustamente con alguien. Pero nunca me reprocha. En el diálogo que tengo con el Señor, el reproche siempre es caricia. Hoy leía el capítulo 11 del profeta Oseas donde habla de esa caricia, de ese amor de Dios para cada uno de nosotros como si fuéramos esa imagen de la ovejita que la lleva sobre sus hombros. Las tres cualidades de Dios, las más contundentes, son cercanía, misericordia y ternura. Dios es cercano. Dios es misericordioso, nos perdona todo y nos tiene una paciencia impresionante. Y es tierno, esa cosa delicada de Dios aún en las pruebas difíciles. Así lo vivo yo.
Así, para el Obispo de Roma las tres cualidades de Dios son cercanía, misericordia y ternura. Tomando en cuenta esto, en nuestras oraciones de este mes, podemos pedir para que el Papa descubra y asuma estas cualidades, al mismo tiempo que nosotros y toda la Iglesia también las acoja como parte integral de su modo de proceder. En este sentido, para finalizar, recordamos sus palabras en el momento de reflexión en el inicio del proceso sinodal (9 de octubre de 2021):
Volvamos siempre al estilo de Dios, el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura. Dios siempre ha actuado así. Si nosotros no llegamos a ser esta Iglesia de la cercanía con actitudes de compasión y ternura, no seremos la Iglesia del Señor. Y esto no sólo con las palabras, sino con la presencia, para que se establezcan mayores lazos de amistad con la sociedad y con el mundo. Una Iglesia que no se separa de la vida, sino que se hace cargo de las fragilidades y las pobrezas de nuestro tiempo, curando las heridas y sanando los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios. No olvidemos el estilo de Dios que nos ha de ayudar: la cercanía, la compasión y la ternura.