¡Voy ganando!

Por Melba Veguilla Sánchez
Socorrista II
Oficina Actividades Atléticas y Recreativas

En el mes de febrero mi hermana nos dio la triste noticia de que a su perri-hija, Lena, la tenía que poner a dormir. Qué mucho se quieren nuestras mascotas y que triste cuando nos toca despedirnos de ellas. Entre la tristeza y la distancia para acompañar a mi hermana decidí comprar pasajes para ir a verla y acompañarla. Planifiqué la sorpresa con mi cuñado de llevarle a mami también. ¡Imagínense la alegría! Me dije a mi misma: “¡Marzo promete!” 

Llego el mes de marzo, mi hermana me tenía una agenda, sin saber que no se iba a poder seguir esa agenda tan pronto me viera con mami llegar. Llamaba a mi mama para contarle y nos reíamos al imaginarnos la sorpresa que se daría. Llego la semana antes de irnos y la noticia del virus corría por todos lados. Me entro ansiedad y miedo, a mi papa un poco más. Dos días antes nos dijo: “¿Van a cancelar el vuelo? Esto no pinta bien.” Mami y yo dijimos que NO rotundamente. Mami quería ver a su hija y yo a mi hermana, ningún virus nos iba a impedir darle un abrazo y estar con ella cuando más nos necesitaba. 

Llego el día, nos fuimos y le dimos la gran sorpresa a mi hermana. Que alegría y felicidad sentimos de estar juntas, madre e hijas. Al mismo tiempo corría dentro de mí una ansiedad increíble, me sentía que estaba desafiando al virus. Mantuve la calma, no quería alarmar a nadie y mucho menos arruinar nuestra semana. Tiré a un lado los pensamientos y me dije vamos a disfrutar. 

Pasamos una semana increíble, jamás habíamos estado tanto tiempo juntas las tres. Nos pusimos al día, a pesar de que tratamos de hablarnos por teléfono todos los días, siempre hay algo que contar. Vimos la nueva casa de mi hermana y lloramos a Lena una vez más, cocinamos, fuimos a citas médicas, de compras, vimos películas en la casa, estudiamos y muchas cosas más, todas juntas. 

Llegó el día que ya la noticia era clara y contundente, el virus arropaba la humanidad. Estaba asustada porque no sabía si iba a poder regresar a Puerto Rico, y si regresaba estaría exponiendo a mi mama al viajar y a mi papa también cuando nos recibiera, ambos mayores de 60. Una vez más dije que este virus no me va a detener y con mucha cautela puse un plan en acción. Preparé a mi hermana, me dio una lista de compras y a todo lo que me pidió le compre demás y un poco más, pensé en ese momento que exageraba. Escondimos hasta compra en el cuarto de huésped para que mi cuñado no pensara que me había vuelto un poco loca. ¡Ja! El virus me puso así, no quería que me ganara. 

El próximo reto, viajar de regreso a Puerto Rico el día que comenzaba el “lockdown”. Viajamos y tomamos todas las medidas necesarias y un poco más. Recuerden el virus NO me iba a ganar. Limpiaba todo lo que tocara, que era muy poco, con toallas húmedas desinfectantes. Nos sentamos aisladas de la gente y en el avión no desinfecté a las azafatas porque no me dejarían viajar. Sentí un poco de tranquilidad cuando uno de repente sentía que me asfixiaba del olor a desinfectante y alcohol en el avión. Si, alivio, porque eso significaba que mucha gente estaba siendo consiente y pues que yo no estaba tan loca na’. Aunque aún me decía si este viaje fue una locura, que pudo haberlo cancelado y que tenia que llegar a mi casa y ponerme en cuarentena obligatoria por 14 días ya que no sabia si mis precauciones me habrían salvado del virus. 

Siempre que uno regresa a su Isla uno encuentra felicidad y recuerdos de cuanto se ama el hogar. Llegamos a Puerto Rico y fue una mezcla de emociones, estaba en casa, pero todo ya no era normal. Vi unas autopistas vacías y me dio tristeza, el virus nos ganaba. Un silencio sepulcral en el vecindario y eso me hizo llorar. Llore porque no tenia control de lo que pudiese pasar. Llore porque me di cuenta de que, aunque fue una locura el viaje en medio del comienzo de una pandemia abrace a mi hermana y no sabia cuando lo iba a poder hacer de nuevo. Llore porque mis padres estaban en el rango de mayor riesgo y me tocaba ponerme los guantes para verdaderamente luchar y NO dejar que este virus me ganara. Ahora si que me tenia que poner las pilas. 

Así que, elabore un plan. El plan consiste, porque lo sigo haciendo, no me detengo y ni me detendrá porque el plan es mi nuevo estilo de vida. He dividido las horas del día en proyectos. En los días de trabajo, siempre en las mañanas hago ejercicios, leo un poco, me arreglo y desayuno en calma, algo que nunca hacía porque no había tiempo. Separo las horas de trabajo, quería hacer tanto antes y ahora quiero hacer más. Hemos planificado nuevos proyectos y estamos dándole mejor forma a otros, me da gusto trabajar con mi equipo. Pongo mis alarmas para tomar el break de almuerzo y me preparo un menú exquisito como siempre he querido hacer, pero volvemos el tiempo no me daba ni un minuto a mi favor. La alarma de salida a veces la ignoro, pero sea a la hora que sea me dedico a aprender cosas nuevas. 

Tengo una lista de todo lo que quiero hacer, la lista baja y vuelve y sube, porque he logrado tanto y a la misma vez quiero lograr más. Atesoro el momento que tuve con mi hermana, pronto la podré volver a ver. Sin embargo, con mis padres he tenido momentos inolvidables. Siempre los visitaba los fines de semana o por lo menos una vez al mes, pero ahora los he visto más. Y con ellos sí que he disfrutado. He trabajado en el patio como siempre quise y nunca lo hacia por culpa del tiempo. Hemos visto cuanto “live” de artistas, lo mejor de todo libre de costo y en familia. La cocina, ni les digo, cuanto hemos inventado y creado. La cuota de leer va por buen camino y he aprendido hasta a tejer. He reconectado con amistades y las que creía cerca, porque hablábamos por un mensaje ahora les tengo al alcance de una videollamada semanal que, aunque antes del virus existía, no había tiempo. 

Creo que le voy ganando al virus. He ganado tiempo y le estoy ganando al virus. No me detengo, sigo aprendiendo y creando un nuevo estilo de vida que era justo y necesario. Voy viendo todo del lado positivo, no hay tiempo para menos. Mi plan es claro; ¡seguimos luchando, porque voy ganando!