El rol de la teología como disciplina en las creencias espirituales y las prácticas religiosas

Prof. José E. Hernández Carrasquillo, Ed.D., CPL.
Gerente de Proyecto Teológico y Formación Continua 

1.         Qué es la teología y cómo se relaciona con la espiritualidad y la religiosidad.

La palabra “teología”, viene de dos términos griegos: θεος que significa “dios” y λόγος que significa “estudio”, “palabra’, “discurso”. Según el origen de la palabra, o sea, según su definición etimológica, teología se entiende como el estudio sobre Dios.  

La teología es la “ciencia” que se encarga de estudiar las creencias desde la perspectiva de la fe. Estudiar significa la aplicación de nuestra inteligencia, de nuestra razón, para poder comprender nuestro objeto de estudio. Así, lo que queremos hacer cuando pensamos teológicamente es analizar críticamente las creencias religiosas que tenemos para poderlas comprender mejor.  Una definición formal de teología es:  “la inteligencia crítica del contenido de la fe” (Rino Fisichella). Es decir, son las creencias que aceptamos como verdaderas para nuestra vida según la religión que profesamos y las comunidades o iglesias a las que asistimos.  En el lenguaje católico el contenido de la fe está compuesto por: la Sagrada Escritura, la Tradición Eclesial y los Dogmas de fe.  De este modo se explica, sistematiza, expresa y vive el tema central de la teología que es la Revelación.  Es decir, cómo es que Dios ha querido mostrarse, se ha dado a conocer y se ha manifestado al ser humano desde una relación personal. Desde la perspectiva cristiana, la evidencia de esa relación “personal” entre la divinidad y la humanidad está en la vida, obra y misión de Jesús de Nazaret.   Siendo así él, verdadero Dios y hombre; Jesús histórico y el Cristo de la fe (Ocáriz y Blanco, 2008). 

Cabe la pregunta:  ¿es posible comprender racionalmente la experiencia de la fe? Cuando una persona experimenta en su vida creer en Dios, ¿esa creencia puede entenderse con la inteligencia? Pues si decimos que la teología es un “estudio”, una “inteligencia crítica”, entonces sí debe ser una experiencia que pueda comprenderse racionalmente, que pueda pensarse. De hecho, el ser humano cree usando su inteligencia. Todo ser humano tiene la capacidad racional de creer y de pensar su fe.  Sin embargo, la comprensión de la teología tiene un método distinto al de las ciencias naturales. Como toda ciencia es la misma ciencia la que propone el método para estudiar su objeto de investigación. Por ejemplo, si en psicología queremos estudiar una neurona, ¿quién o qué me dice a mí el método que tengo que usar para estudiarla? Pues, la misma neurona. Mínimo necesito conocimientos en neuro ciencia para poderla estudiar y los instrumentos de electroencefalograma (EEG), la resonancia magnética (MRI) y la magneto encefalografía (MEG) 

En el caso de la teología, el objeto de estudio es Dios, o (según la definición formal) el contenido de la fe, esto es, las doctrinas que se creen derivadas de los dogmas. Pues es el objeto de estudio de esta disciplina, el que dicta el método para estudiarla. Es decir, cómo Dios se ha Revelado a la humanidad (textos Sagrados, Mediaciones y Acontecimientos Históricos que así lo significan). Como no se trata de un objeto científico sino de experiencia “espiritual, religiosa, transpersonal”, el método tiene que ser otro distinto al método científico. Al igual que el amor, la fe no puede medirse, pesarse, hacerse un proceso de experimentación observable.  El método de la teología va a requerir que se realice un estudio del contenido de la fe, que puede encontrarse en un libro sagrado para una Religión, o el análisis de un “credo” o el conjunto de creencias.  Por ejemplo, la teología para el estudio de la fe se vale de la hermenéutica, que es el arte de la interpretación, explicación y traducción de la comunicación escrita, verbal e incluso la no verbal para el análisis y estudio de textos importantes como pueden ser los sagrados (Gómez, 2020). 

            Existe una relación directa entre religión, creencia y fe. La relación de la teología con la espiritualidad y la religiosidad es intrínseca con respecto al intento del sujeto humano en explicar la relación y conexión entre el plano inmanente de lo trascendente.  Lo que en palabras coloquiales solemos describir como el “más allá del más acá”; lo que ejemplifica la necesidad antropológica del ser humano de estar ligado o religado a la divinidad.   

2.         Cómo la teología “dialoga” con la disciplinas profesionales, en este caso la consejería y la psicología.

            El diálogo entre estas disciplinas de la consejería, la psicología y la teología, se da precisamente en el terreno de la religión, la espiritualidad y las creencias (Coupeau, 2016). La disciplina experta en este diálogo interdisciplinar es la psicología de la religión. La psicología de la religión lo afirma así:

            “El término religión no es unívoco. En occidente no lo usamos en el mismo sentido que en otras culturas, las cuales se refiere más bien a la experiencia de la “última realidad”.  Si entendemos el “hecho” religioso como una experiencia psicológica encontramos algo común en todas la ‘religiones”, que hace referencia a algo superior a la persona y que es percibida por nuestra mente humana.  Religión sería una relación particular concreta con el trascendente, Dios, que depende de la propia historia personal y social: oraciones, ritos, códigos de conducta”, etc. (Font i Rodon, 2011).

Es decir, esta precisión al definir “lo religioso”, provee para distinguir entre lo que es la experiencia religiosa de la experiencia espiritual.   De hecho, hay publicaciones científicas que se prestan para confusión intentando describir el fenómeno religioso en categorías de la experiencia espiritual (Gonzales-Rivera, 2017). 

La psicología de la religión entiende por espiritualidad que: 

“Una especial referencia a lo invisible e inefable, lo íntimo, el sentido de la vida, la apertura a la última realidad. Lo que puede ser común a cualquier raza o cultura. Notemos aquí que toda experiencia humana se vive necesariamente en nuestro cerebro, en nuestra psicología, por sublime que sea la experiencia espiritual.  Desde la psicología, no podemos saber el “qué” se produce en la experiencia espiritual ni el “porqué” se produce, pero sí podemos saber el “cómo” se ha producido (Font i Rodon, 2011).

Esto es,  no saber en términos cuantitativos el “qué”, en términos cualitativos el “porqué”; pero sí es posible una aproximación al “cómo”, en el sentido ce las circunstancias, entornos, significados y la conducta que se deriva de estos fenómenos. 

Con respecto al ámbito de la creencia, la psicología de la religión expone que:

“ La creencia es el hecho psicológico de aceptar algo sin tener un conocimiento completo intelectual que certifique como verdadera aquella certeza.  La teoría del conocimiento define el creer como el aceptar una proposición sin tener el completo conocimiento intelectual que la certifique como verdadera.  El acto de creer se da en toda actividad humana, desde las primitivas creencias del niño hasta la creencia del científico, que intuye cambios de paradigma, o el místico que se une a una realidad inefable.  Socialmente las creencias se dan en un conjunto articulaciones sociales, históricas, culturales y científicas” (Font i Rodon, 2011).

En fin, el objeto de estudio de la consejería y la psicología es el sujeto humano en sus múltiples dimensiones: bio-psico-social-espiritual.  En cambio, el objeto de estudio de la teología es Dios, la divinidad o el fenómeno trascedente. Es un diálogo con premisas y puntos de partida diferentes; por lo que es sano reconocer de entrada que son diciplinas distintas con métodos de conocimiento diferentes. No obstante, lo que tienen en común estas disciplinas es el sujeto que las ha ideado, las estudia, las interpreta, las sistematiza y elabora una serie de métodos para convertirlas en arte y también en ciencia. 

La consejería y la psicología o el pensar psicológico, constituye un modo de interpretar la verdad interior de la persona buscando dar con lo que siente y lo que piensa.  En cambio la teología, se aproxima a la verdad interior de la persona buscando conocer los fundamentos de lo que cree y cómo esa creencia espiritual o práctica religiosa le da sentido a su vida reflejándose en lo que siente y lo que piensa. En este sentido, la tarea de la teología es distinta y complementaria a la actividad de la consejería o la psicología de la religión (Cencini y Manenti, 2016).  

Cabe destacar que, de acuerdo con algunos expertos en la consejería y la psicología de la religión, hoy en día se confunde la experiencia religiosa o las creencias con una enfermedad mental.  Es irónica esta confusión, cuando es precisamente hoy cuando contamos con múltiples disciplinas científicas que nos pueden ayudar a explicarlo. Por ejemplo, es la neurociencia la que permite conocer con más precisión las bases cerebrales de la experiencia religiosa.  Es decir, es posible distinguir desde la psicología analítica, cuál es una experiencia religiosa patológica y cuál es una experiencia religiosa sana.  Para ello se utiliza por ejemplo el modelo interpretativo de la hermenéutica psicoanalítica (Font i Rodon, 2011).  La teología establece hoy por hoy, un diálogo con la ciencia, más allá del conflicto o la independencia entre las disciplinas, permite una interacción constructiva y de sana interdependencia (Veritatis Gaudium, 2017).   Por ejemplo, al reconocer la integración entre alma, cuerpo y espíritu sin dualismos sino en una sana integración donde convergen las experiencias humanas de modo integral a lo largo de toda una vida (Barbour, 2000). 

3.         Imaginemos un caso: se acerca a solicitar terapia una persona por una “conflicto existencial”, “crisis de fe” o “angustia religiosa”  Cómo la observa la teología.  Éticamente que es lo apropiado y razonable.

            En primer lugar, hay que clarificar que el contexto en el cual se ofrece la ayuda a una persona desde el referente teológico, es normalmente en ambientes de servicios pastorales, consejería pastoral, psicología pastoral o ambientes de formación y crecimiento personal y grupal.  Al menos en la Iglesia Católica, la modalidad para ofrecer la ayuda sería por medio del acompañamiento.  El Acompañamiento Espiritual es una relación de ayuda no profesional ni terapéutica (clínica) que favorece una relación viva, un proceso, para cuya comprensión es pertinente acudir a la metáfora del camino.  De ahí se entiende el término “acompañamiento espiritual” de dos creyentes que hacen un camino juntos: a veces “al frente” o “detrás” o “al lado” en ruta a una misma dirección.  Es un medio al servicio de la persona, con el objetivo de que se descubra el fin para el cual ha sido creado, el sentido de la vida.  En este proceso, la relación acompañante-acompañado está basada en la liberad e incluye la búsqueda y el deseo de cambio por pare del acompañado, el diálogo con el acompañante, el encuentro con personas concretas y con él/ella como creyente ( esto es, con el Señor mismo, presente en la Escritura y en la Comunidad Eclesial (Bernal-Rico, 2017).  En este sentido, la persona con una dificultad o conflicto para vivir la fe, es acogida, escuchada, invitada en libertad, no solo por el acompañante sino también por una comunidad que es parte de su camino en la fe. 

            Por otro lado, hay unos fundamentos teológicos para esta acción de acompañar, que son: (1) El encuentro con el Señor a través de la Sagrado Escritura, (2) La búsqueda y el deseo de cambio por parte del acompañado, (3) El encuentro del acompañado con su acompañante al interior de la comunidad cristiana.  Que a su vez, va a requerir de unas cualidades o características en los participantes que denominamos acompañantes o acompañados.  Por ejemplo,  para el Acompañante: (a) percibirse y ser un creyente asistido por Dios, (b) debe presentar madurez human y espiritual, (c) es meritorio estar en comunión con la Iglesia.  Y, por parte del Acompañado: (a) percibirse y ser un creyente en relación, amado por Dios, (b) percibirse como un sujeto limitado en búsqueda de la verdad, (c) debe estar ubicado en una comunidad cristiana  (Bernal-Rico, 2017). 

El contexto del Acompañamiento Espiritual nos plantea el aspecto ético entre abordar la crisis de fe de una persona solo con fundamentos teológicos y la pregunta, dónde se ubica la consejería o la psicología en la tarea del acompañamiento como una relación de ayuda.   Es decir, ¿qué es lo propio del acompañamiento espiritual que lo justifica en sí mismo y lo diferencia de la terapia psicológica?   Así nos los contextualiza Luis Carlos Bernal Rico:

“Tras el desarrollo de la psicología, en el siglo XX, se presentan distintos tipos de encuentro entre estas disciplina y el acompañamiento espiritual.  En algunos momentos, desconfianza y choque, en otros rechazo mutuo y en otros absorción, como parece estar ocurriendo actualmente, cuando la teología pareciera haber entregado a la psicología el ser y el quehacer de la compañerito espiritual, con lo cual esta relación de ayuda pierde su identidad propia y se transforma en terapia psicológica.” 

Lo propio del acompañamiento espiritual, es una relación de ayuda que se da en el plano de las creencias y la fe, basada en una fuerza superior y donde el modelo a seguir se fundamenta en un texto sagrado y una persona que lo ejemplifica, en la vivencia de una comunidad donde el acompañante y acompañado tienen un vínculo eclesial y donde el testimonio de vida del acompañante tiene un rol primordial (Bernal-Rico, 2017). Sin embargo, en la terapia, el consejero o psicólogo escucha y sirve muchas veces de reflejo al consultante, brinda herramientas para que este tome decisiones propias de vida o modifique su conducta según sus propios descubrimientos. El acompañamiento supone la dimensión creyente a diferencia de la terapia, en la cual por asuntos éticos la consejería o la psicología está en el deber de respetar la presencia o ausencia de la fe, sin excluirla y sin reclamarla.  Además, la terapia está orientada a una relación de ayuda, para la resolución de una situación problemáticas concreta en la vida que culmina una vez esté parcial o totalmente resuelta.   En cambio la ayuda que puede brindarse en un relación de ayuda desde el acompañamiento, no necesariamente culmina, como si se tratara de un contrato. Normalmente, la relación de apoyo vincula al acompañante y acompañado profundizando en la vivencia de la fe en una misma comunidad.  En fin, hay aspectos de la consejería y la psicología que bien pueden utilizarse por el acompañamiento espiritual como herramientas en la relación de ayuda, no obstante,  el acompañamiento va más allá de una relación terapéutica, o de un servicio puntual para un momento de crisis de la vida que amerita una ayuda clínica con su diagnóstico y tratamiento.  

En conclusión, podemos afirmar que: (1) La consejería, la psicología y la teología tienen su propio objeto de estudio y por ende métodos distintos de hacer ciencia. (2) La consejería, la psicología y la teología auscultan la interioridad del ser humano con la idea de darle un sentido a la vida y proveer significados al sufrimiento. (3) La consejería, la psicología y la teología son disciplinas que se ocupan de establecer una relación de ayuda desde fundamentos teóricos y prácticos diferentes. (4) La disciplina que puede establecer un mejor diálogo y presupuestos éticos ente la consejería , la psicología y la teología es la psicología de la religión.                       

Referencias

Barbour, I. G. (2000). El encuentro entre la ciencia y la religión. Santander: Sal Terrae. 

Bernal-Rico, L. C. (2017).  Fundamentos teológicos del acompañamiento espiritual. Bogotá:  Editorial Pontificia Universidad Javeriana. 

Cencini, A., Manenti, A. (2016). Psicología y teología. España: Sal Terrae.

Coupeau, J.C. (2016). Religión, fe, teología y espiritualidad. Estudios Eclesiásticos(92) p.369-385. 

Font i Rodon, J. (2011). Ciencias y religiones: Experiencias sanas y experiencias psicopatológicas 

en De las ciencias a la teología, ensayos interdisciplinares. Madrid: Verbo Divino.

Gómez, C. (2020). Racionalidad y trascendencia. España: Sal Terrae

González-Rivera, J. A. (2017) Integrando la Espiritualidad en la Consejería 

Profesional y la Psicoterapia.  Modelo Multidimensional de Conexión Espiritual.  Revista Griot, 10(1), 56-59.

Ocáriz, F., Blanco, A. (2008).  Teología fundamenta (2da.ed.). Madrid: Pelícano.

Veritatis Gaudium (2017).  Constitución apostólica sobre las universidades y facultades eclesiásticas.  Vaticano: Dicastero per la Comunicazione – Libreria Editrice Vaticana