Soledad, paz y autoliderazgo

Por Héctor L. Ramos

¡Hola! Mi nombre es Hector L. Ramos, tengo 19 años y soy estudiante de Relaciones Internacionales de la USC. Antes de empezar a contarte mi historia en esta cuarentena, espero que te encuentres bien, que tu familia este bien y te envío un caluroso abrazo virtual para llenarte de buenas vibras. Te invito a ponerte cómodo y a leer la siguiente reflexión acerca mí experiencia. 

Antes de que empezará todo este asunto del coronavirus yo me había mudado con mi mejor amigo para un apartamentito en Santurce, parecía que iba a ser un buen semestre. Me iba bien en las clases, me iba bien en mi trabajo y tenía tiempo de calidad con mis amistades. Pero llegó la PANDEMIA. Mi mejor amigo había hecho un viaje a México y debido al virus que arropó todo el globo se tuvo que quedar por allá, hasta el sol de hoy sigue fuera de Puerto Rico. En cambio yo, seguí trabajando y a diferencias quizás de muchos compañeros que se refugiaron con sus familiares, yo me refugie en la soledad de mi hogar. 

SOLEDAD. Un dato curioso mío es que le tengo mucho miedo a la soledad. Las primeras semanas fueron horribles, lloraba, dormía, odiaba las clases virtuales, me enojaba conmigo mismo y con tanto tiempo no encontraba que hacer. El tiempo extra me exigía ser más productivo. Sí, hablaba con mis amistades, aun así, me sentía solo. No me daba cuenta de que mi soledad no era soledad, sino una invitación a la paz. 

PAZ. Un espacio para que el Héctor que siempre estaba para arriba y para abajo, que no descansaba, que se preocupaba mucho por otros, se detuviera y reflexionara acerca de su vida y tomará un descanso. Entonces en ese momento me hice varias preguntas (preguntas que invito a que se hagan). ¿Acaso me estoy preocupando por mí? ¿Qué puedo aprender de esto? ¿Qué necesito cambiar en mi rutina para sentirme bien contigo mismo y desarrollarme en esta crisis? Desde ese momento, la soledad se convirtió en un espacio para autoliderarme. 

AUTOLIDERAZGO. Empecé a caminar a mi trabajo y disfrutar mucho más la naturaleza. Pedí una semana libre y visite a mi familia. Hable con amigos de Colombia que extrañaba y hace mucho tiempo no sabía de ellos. Mis redes sociales se convirtieron en mi herramienta para educar a los que me rodean. Creé un plan de desarrollo personal y ayudé a otros a crear el suyo. Mis mañanas están llenas de podcast que me nutren el alma y mis noches de llamadas con amigos que nutren mis sueños. 

Esta cuarentena me enseñó a enfocarme en lo que controlo y a visionarme después de esto más grande que nunca. Después de todo, como aprendí recientemente en uno de mis podcasts matutinos “el tiempo es vida” y la vida hay que aprovecharla y que mejor manera de aprovecharla que liderarte a ti mismo.