Santa Magdalena Sofía y la educación para una sociedad justa

Por Yamil Samalot-Rivera, OP, PhD

Según Catalina Alcover, biógrafa de la santa, poco antes del hermano sacerdote de Santa Magdalena Sofía ser apresado en la cárcel por el gobierno antirreligioso de la Francia del siglo XVIII, una señal divina llegó de París. Contra toda probabilidad, el padre Luis hace llegar a la casa materna en Joigny, dos grabados totalmente prohibidos: uno del Corazón de Jesús y otro del Corazón de María. Es ante este cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que la aún adolescente Magdalena Sofía descubre que, “El Jesús del Evangelio tiene un Corazón. Corazón de Hombre-Dios, que ama.” (27).

De aquí surge la pedagogía promovida por Santa Magdalena Sofía Barat y encarnada en la misión de sus hijas que a Puerto Rico llegaron hace ya 140 años. En las Constituciones originales de la Sociedad del Sagrado Corazón, las del 1815, dice que, “La educación cristiana de la juventud del mundo, es el primero y más importante medio que emplea la Sociedad para honrar al Divino Corazón de Jesús, al que está consagrada” (n. 169). Pero esta honra, esta alabanza y adoración al Corazón de Cristo se logra a través de una pedagogía que haga de los y las jóvenes personas unidas al Amor de Jesús, que en su vida puedan latir al mismo ritmo del Corazón de Dios. Por eso, podemos concluir con Monique Luirard, otra biógrafa de la santa que, para Santa Magdalena Sofía Barat la meta por alcanzar en la educación es la conquista de la Juventud para el Corazón de Cristo (106).

Aunque desde el siglo XVII con las revelaciones de otra santa francesa, Santa Margarita María de Alacoque, tenemos profundas meditaciones sobre cómo la figura del Corazón de Jesús revela todo el Amor, toda la Misericordia de un Dios que se hace ser humano, con Santa Magdalena Sofía tenemos la traducción práctica y misionera de la devoción a ese Corazón. Educar a la juventud de manera integral para que asuma lo que creemos y entendemos son los mismos movimientos afectivos del Corazón Humano-Divino de Jesús. Es lo que enseña el magisterio pontificio, en la encíclica HAURIETIS AQUAS del papa Pío XII sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús al concluir que propone esta devoción “como escuela eficacísima de caridad divina; caridad divina, en la que se ha de fundar, como en el más sólido fundamento, aquel Reino de Dios que urge establecer en las almas de los individuos, en la sociedad familiar y en las naciones” (n. 36).

Fundar la sociedad a la escuela de los afectos del Corazón de Jesús, nos llevaría a crear un Puerto Rico que, en todas sus instancias: políticas, económicas, artísticas, científicas, socio-culturales, viviese procurando el bien integral del ser humano, la convivencia pacífica y justa entre todos y todas, la opción por la solidaridad y la justicia que construye la paz, como reza la misión institucional de la Universidad del Sagrado Corazón. Un proyecto de enseñanza/aprendizaje que se esfuerza por formar en cada corazón e inteligencia de nuestros y nuestras estudiantes, una ciudadana y un ciudadano que apuestan por una humanidad más parecida a los valores que surgen del Corazón de Jesús: la Encarnación del Amor-Comunión-Amistad de Dios.