San José
Por P. Edgar Torres Santos CSsR.
José, … salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David. (Lc 2 ,4)
Acercase a la figura de San José es adentrarse en el misterio de la acogida, el servicio y la obediencia. El don de la acogida, encarnado en San José, se tornó en respuesta transformadora de respeto y dignificación. Este don inició con un sueño en el que una presencia sobrenatural da respuesta a la inquietud titubeante de su corazón y su fe. San José tomó un vuelco significativo al no cumplir lo enseñado, por su pueblo, como lo correcto. El Ángel transformó su visión y entendimiento en acogida del misterio que se gesta en el interior de Aquella que abrazó la voluntad de Dios. La gracia del servicio hecho acción en San José hizo de él un ser en salida; en forjador de nuevos caminos para garantizar el cumplimiento de la novedad del proyecto salvífico. Se donó en buscar, garantizar y velar por el bienestar de aquellos de los que asumió el compromiso de cuidar. Con una actitud de silente, hizo de su servicio respuesta a Dios por la gratuidad de su elección. La oportunidad de la obediencia dispone, a San José, a conspirar en el establecimiento de una lógica transformadora que trasciende la comprensión de la humanidad e inaugura la novedad que disloca lo precedente para develar la esencia de lo forjado por Dios. Fruto del abrazar la obediencia brota de San José uno de los atributos que le distingue; el ser justo.
Al asumir el custodiar la vida del Hijo de Dios, como parte de su llamamiento existencial y contribución al proyecto salvífico de la humanidad, abrió en su vida ser testigo de maravillas inimaginables y se constituye, así, en modelo y protector para la comunidad cristiana. San José supo hacerse a un lado para reconfigurar su vivir a la Voluntad Divina. Renunció a lo ordinario para despertar en una cotidianidad extraordinaria. Adoptó, por opción, la paternidad de Aquel que sobrepasa todo entendimiento. Humildemente, le entregó, al Hijo de Dios, lo que conocía y le daba sustento. Acompañó dificultades, oportunidades, alegrías, retos, adversidades, entre otras muchas cosas que emergen en la vida para forjar identidad, crecimiento y madurez. ¿Cuánto debemos abandonar para alcanzar la vivencia genuina de nuestra existencia? He aquí, en San José, una posibilidad de respuesta.