Reflexión de Triduo Pascual | Jueves Santo


Evangelio:

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: —¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí? Jesús le respondió: —No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás. —No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí! Jesús le respondió: —Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte. —Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza! Jesús le dijo: —El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos. Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: —No todos ustedes están limpios. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: —¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.

Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.


Oración:

La gente quiere subir a los tronos, a los rascacielos de los poderosos, al podio de los triunfadores… … pero tú hablas de subir a Jerusalén, camino de la incomprensión y la cruz. También hay hoy muchos lugares donde proclamar el evangelio implica riesgo y dolor. ¿Y tú, a dónde vas? La gente quiere sentarse a tu derecha o a tu izquierda, en puestos de privilegio, por encima de los demás … pero tú estás agachado, acariciando heridas ajenas, y a tu lado hay sitio para todos. Hoy sigue habiendo muchos pies que lavar, muchas heridas que abrazar, muchas vidas que acoger. ¿Y tú, cómo quieres estar? La gente quiere tener control, poder, prestigio, influencia, autonomía, grandeza. … pero tú propones la capacidad y disposición de servir. Y hoy sigue batallando en cada uno de nosotros la ambición y la humildad, el poder y el servicio, el egoísimo, y el amor. Y tú, ¿cuál es tu batalla?


Preguntas para contemplar:

1. ¿Qué relación hay entre el gesto del lavado de los pies, la Eucaristía y la muerte de Jesús en la Cruz?

2. ¿Por qué Pedro no quería dejarse lavar los pies? ¿Qué le enseña Jesús? ¿Qué relación tiene con el bautismo?

3. ¿Qué servicios concretos me está pidiendo Jesús en esta etapa de mi vida? ¿Estoy disponible con libertad de corazón o estoy resistiendo?

4. ¿Qué gestos concretos de amor humilde y servicial podría hacer hoy o en estos días para aliviar el dolor de mis hermanos que sufren y para dar repuesta a sus necesidades?


Arte de Cristian Daniel Camargo