Now is the Time for Time: Honrar la Vida

Por: Profa. Nina Torres-Vidal 

“El tiempo es lo más valioso que tenemos, es nuestro mejor regalo”, me decía una amiga querida al agradecerme el tiempo que le dedicaba. Honrar el tiempo es vivirlo a plenitud.

Empecé a prepararme para este “periodo especial” varios días antes de que se declarara el toque de queda y el lock down. 

Cuando llegó me sobrecogí, pero estaba lista. Salieron recomendaciones de actividades para no aburrirse. Noté que aparecía entre las primeras: organizar closets y gavetas. Buena idea. ¡Llegó el momento! 

En el mundo en que vivo, hacer cosas útiles y productivas -muchas a la vez, para “maximizar el tiempo”, es muy valorado, por lo que no es de extrañar que a mitad de semana me asaltara la idea de que se cumplirían las dos semanas de aislamiento y yo ¡no había logrado organizar los closets! 

¿Perdía el tiempo? 

En este hiato obligado en el que un virus peligroso nos obliga a pausar y a contemplarnos en nuestra vulnerabilidad, vuelvo a meditar en lo fugaz y efímero que es el Tiempo, que es igual a decir, la Vida. En esta situación inédita, a diferencia de experiencias anteriores -huracanes, sismos, actos violentos…el gesto de mayor solidaridad ha sido pasarlo en aislamiento. Si antes, en medio de las carencias y fragilidades, reunirnos era un modo de fortalecernos y acompañarnos, hoy, quedarnos en casa es el modo de cuidarnos y protegernos. 

Y en ese proceso de aislamiento físico, el tiempo parece que se materializa y cobra, para mí, nuevos significados una frase, creo que de los Beatles: Now is the Time for Time. 

En la cuarentena que nos ha traído esta Cuaresma única, recibo con agradecimiento el regalo del tiempo. He hecho menos cosas, o quizás he hecho cosas diferentes, pero siento que he sido más. Me he “aquietado” interiormente para poder estar más presente. He aprovechado para disfrutar y también para limpiar matojos y hojas secas de “mi jardín”, el externo, que florece en el patio y el interior que va preparándose en este tiempo para una renovación de mi amistad-amor con nuestro Dios de la Esperanza y la Misericordia. He regresado al aprecio de lo pequeño, de lo cotidiano, de lo doméstico y cercano. Con formas tradicionales (dejar un platillo en el portón de la vecina acompañado de una sonrisa, a 6 pies de distancia) y contemporáneas (la tecnología virtual) he encontrado nuevas maneras de Estar y hacer Comunidad. De abrazar, besar, consolar, acompañar, conversar, ayudar, orar, compartir la mesa-la familiar y la eucarística, de hacerme presente para personas queridas, desde una distancia física que se disuelve y se hace, con el cariño, cercanía. 

Sé que es tiempo de enfermedad y muerte, pero sé también que es una oportunidad de renovación, de Resurrección, de honrar la Vida. Viviendo a plenitud, lo lograremos. 

No, no he recogido los closets, en algún momento lo haré. Este es el tiempo del Tiempo. Es mi tiempo de Ser, es mi tiempo de Estar. Es nuestro tiempo.