Mater Admirabilis
20 octubre – Fiesta de Mater Admirabilis
En mayo de 1844, en una reunión de la comunidad, una de las religiosas exclamó: “¡Ay, si la Virgen Santísima se dignara a venir a presidir nuestra reunión!” Al oírla, Pauline Perdrau, entonces joven postulante de la Sociedad del Sagrado Corazón, tuvo el deseo de hacer que la Virgen viniera a presidir la reunión, pintándola en la pared por medio de un fresco en el muro del pasaje del primer piso, donde ellas se encontraban reunidas. Paulina se inspiró de una imagen que le gustaba mucho: la Virgen en el Templo, hilando la lana, signo de paciencia, de perseverancia. Esa pintura, a la cual al inicio le dieron el nombre de “Virgen del Lirio”, le daba ganas de rezar a los que pasaban por delante. Cuando vino el Papa Pio IX en visita a la Trinidad del Monte en su primer año de pontificado, bendijo el fresco y le dio ese nombre de “Madre Admirable”, “Mater Admirabilis”, bajo el cual es conocida ahora y que atrae las visitas. El Papa Pio IX vendrá veinte-y-unas veces a la Trinidad del Monte a visitar la pequeña Madona a la cual estaba tan atado. Autorizó la celebración de misas delante de ese fresco y el pasillo donde está pintada se trasformó en capilla. Numerosas curas asociadas a las oraciones a la virgen, fueron atestadas desde 1846 y múltiples conversiones se realizaron delante del fresco. Los exvotos en las paredes dan testimonio a las gracias recibidas… Son numerosos los santos y fieles que vienen a recogerse delante del fresco. La imagen del fresco está reproducida en todos los colegios del Sagrado Corazón.
Por Fray Yamil Samalot OP.
Un 20 de octubre de 1846, al observar la pintura de la Virgen María que había realizado dos años antes la postulante Pauline Perdrau en una de las paredes del convento de la “Trinità dei Monti” en Roma, el papa Pío IX, exclamó maravillado que esta era la “Madre Admirable”. De ahí en adelante, las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús que habían sido fundadas en 1880 en Francia por Santa Magdalena Sofía Barat, hicieron de esta imagen de la “Mater Admirabilis” su fuente de inspiración mariana. Esta imagen de María, la Madre del Hijo de Dios con corazón humano, puede ser “leída” desde el Evangelio propuesto para su Fiesta.
Ese momento en el cual sucede el anuncio del Arcángel Gabriel a Myriam de Nazareth podría imaginarse como aparece en la pintura de la joven Religiosa del Sagrado Corazón. En una actitud contemplativa sin dejar de estar dedicada al trabajo, María, con un rostro adolescente acoge con atención el mensaje que le viene desde la voluntad de Dios: sería la Madre del mesías esperado, Hijo del Altísimo, heredero del rey David (vv. 32-33). Ese rostro apacible, pero sin rastro de tristeza, se corresponde con el llamado a la alegría que trae el anuncio (v. 28), como el que hicieron los profetas a la “Hija de Sión”, al pueblo de Dios, por la llegada del mesías (cf Za 2, 14).
Ante perplejidad que causa en María este anuncio, el mensajero de Dios promete la presencia sobreabundante del Espíritu de Vida (v. 35). En esta nueva Creación que es la concepción de un hombre que no solo representa, sino que contine y expresa el Amor Omnipotente de Dios, se entiende lo Admirable en esta Madre. Toda la belleza de color, de ornamentación en el espacio del cuadro, de los lirios que adornan la presencia de la “Mater Admirabilis” dialogan con la fecundidad del Espíritu que logra el milagro de maternidad divina en María. Su respuesta ante la misión que se le propone se puede sentir en el fresco de Perdreu que, en nuestra Universidad, podemos admirar en una hermosa imagen de bulto en el edificio Sagrado Corazón: hacer la voluntad de Dios, proponerse al servicio radical de traer la Salvación al Mundo es alcanzar a tocar con mano, apreciar concretamente la Caridad de Jesús, el Hijo, con toda la Humanidad (V. 38).
Preguntas para reflexionar:
- ¿Hago espacio en mi vida diaria para, como lo expresa la imagen de “Mater Admirabilis”, tener una serenidad activa a la escucha de la Palabra de Dios?
- ¿Vivo en apertura a descubrir la voluntad de Dios en mi vida y dedicarme a ella?
- ¿Busco en mi vida ser un vehículo para que la Salvación llegue concretamente a los y las demás?
- ¿Permito con alegría que el Espíritu realice en mí los “milagros” de Amor que con mis propias fuerzas no logro realizar?