La «Atenas Digital»: Cómo ser un misionero digital en la Iglesia
Por Marco Salas[1] (@soymarcosalas)
1. Contexto.
Ha transcurrido más de un mes desde aquel 3 de agosto, cuando, a través de la invitación de la iniciativa “La Iglesia te escucha” del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, un gran número de misioneras y misioneros digitales se reunieron para participar en una eucaristía en la Universidad Católica Portuguesa.
Esa celebración se enmarcó en dos contextos significativos. En primer lugar, coincidió con la celebración en Lisboa de la Jornada Mundial de la Juventud, lo que situó esta eucaristía en un contexto más amplio que permitió la participación de “influencers” de diversos ámbitos. En segundo lugar, se llevó a cabo días antes del primer festival de influencers digitales. Dicho festival ya suponía la oportunidad de un encuentro entre numerosos misioneros y misioneras digitales. Más aún, era uno de los primeros gestos en el que los misioneros digitales podían leer que la iglesia católica había comenzado a considerar esta misión y vocación, y quienes la encarnan, como parte integral de todo el esfuerzo por seguir anunciando la Buena Noticia de Jesús. Esta especie de «palmada en la espalda», tanto por la eucaristía como por el festival, fue, para no pocos misioneros y misioneras, un punto clave para continuar en su labor pastoral. Así, se entretejió en esta eucaristía, por un lado, la consciencia de que la Iglesia toma en cuenta, esta misión y vocación; y por otro, la fiesta que supone encontrarse con otros y otras que se sienten vinculadas y llamadas a lo mismo, aunque cada cual tenga su particularidad.
Teniendo de fondo este contexto, esta reflexión quiere volver sobre algunos puntos tratados por quien presidió dicha eucaristía en el Auditório Cardeal Medeiros, a saber, el cardenal José Tolentino Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación (DCE).
Antes de continuar, vale la pena resaltar que estuvieron presentes – y algunos tomaron la palabra para dirigirse a los «influencers» -, el prefecto del Dicasterio de la Comunicación, Paolo Ruffini; el pro prefecto del Dicasterio para la Evangelización, cardenal Luis Antonio Tagle; el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, Arzobispo emérito de Tegucigalpa (Honduras); y Austen Ivereigh, autor de «The Great Reformer», una biografía del papa Francisco.
2. Atenas: una inspiración neotestamentaria.
El trasfondo de la reflexión del Cardenal Tolentino está marcado por la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles, particularmente, la escena en la que el autor relata el encuentro entre Pablo y los atenienses (Ver Hch 17, 16ss).
La lectura se ubica en el contexto de la Atenas de los famosos filósofos y grupos como los epicúreos y estoicos. Se podría decir mucho de aquella ciudad, sin embargo, lo crucial para nuestra reflexión lo dice muy bien el cardenal luso: «en Atenas lo religioso estaba implícito y disperso tanto desde el punto de vista de las ideas como de las emociones. Dios está presente, más es desconocido». En este contexto se sitúa la escena y desde él podemos empezar a intuir lo que implica hacer una lectura que inspire la tarea pastoral de estar en redes.
El ambiente ateniense era el centro cultural del helenismo, espacio propicio para las novedades filosóficas y un centro religioso con mucha vitalidad. El autor de Hechos ubica a Pablo en este escenario y expresa con esto que la Buena Noticia también puede ser compartida y anunciada allí.
Para quien va siguiendo el camino de Pablo en Hechos, es reconocible cómo el centro del anuncio se va desplazando. Tolentino Mendonça describe muy bien este cambio de posición y sostiene: «Pablo traslada el cristianismo del interior de la sinagoga al Areópago. Hace del cristianismo no sólo un tema que interesa a las personas religiosas, sino que se atreve a anunciarlo en el espacio público». Aquí hay una clave crucial para la labor pastoral en el ambiente digital; trasladarse desde aquellos escenarios que durante años fueron el epicentro de la predicación del evangelio hacia otros lugares, para allí poner en práctica las implicaciones del seguimiento de Jesús. Este fue el esfuerzo qué, según el autor de Hechos, Pablo realiza. Todavía más, «Pablo se esfuerza por lograr una predicación más transversal y adaptada a un público culturalmente diverso. Con Pablo, el cristianismo gana la amplitud y universalidad» — recuerda el Cardenal. Son interesantes y bellas estas dos palabras utilizadas por el teólogo luso. Siguiéndolas, los misioneros digitales pueden aportar amplitud y universalidad a la Buena Noticia de Jesús y la Iglesia. Esta invitación encuentra relación con el tiempo de reforma sinodal que vive la Iglesia y puede verse inspirada por aquella expresión de Isaías 54, 1-3: «Ensancha el espacio de tu tienda», utilizada por el Documento de trabajo para la Etapa Continental del sínodo de la sinodalidad. Más aún, encuentra sintonía con una de las ideas eclesiológicas del papa Francisco, a saber, la «iglesia en Salida». Y, ¿Por qué desplazarse hacia el ambiente digital? Puede ser de utilidad la respuesta de Antonio Spadaro en su entrevista con la Revista Vida Nueva: «El Evangelio concierne al hombre de hoy, de modo que la Iglesia está llamada a estar allí donde vive. Hoy también está en la red y, por eso, la Iglesia está llamada a habitar en la red; no porque haya que actualizarse, sino porque debe hacerse presente allí donde los hombres viven».
Otro aspecto del misionero Pablo que rescata el cardenal luso, es que Pablo logra traducir el cristianismo en nuevo escenario. Del mismo modo, tanto ayer como hoy, «el impacto del cristianismo se juega también en la capacidad y en la energía para traducir culturalmente el mensaje de Jesús». ¿Estarán los y las misioneras digitales dispuestos a traducir en la cultura digital el mensaje de Jesús? Ojalá que todo aquel y aquella que quiera asumir este reto no deje de encontrar inspiración y creatividad para ello.
A manera de síntesis, el Cardenal portugués propone tres aspectos como inspiración para la misión digital. Como se ha dicho, primero, poner en juego el anuncio de la Buena Noticia con sus implicaciones en un escenario nuevo, es decir, en el Areópago ateniense. Segundo, al desplazar el anuncio hacia los nuevos escenarios que van apareciendo, de los que el ambiente digital es uno entre muchos otros que van surgiendo, Pablo aporta amplitud y universalidad. Por consiguiente, asumir la misión digital supone también aportar a esta extensión. Ahora, y aquí lo tercero que propone el Cardenal, esta extension no se realiza de cualquier forma sino traduciendo el mensaje de Jesús.
3. La necesidad de una credibilidad existencial y cultural.
Hasta aquí, puede que surja la duda de por dónde empezar. El teólogo y poeta responde, diciendo: «Te toca a ti enamorarte de Cristo, hacer de Él el centro de tu historia personal». En esa misma dirección se puede recordar la invitación del papa Francisco en la Evangelii Gaudium: «Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso» (EG 3). Con esto, se recuerda que lo esencial de la experiencia cristiana es el encuentro con Jesús, y que, desde éste nace toda auténtica acción evangelizadora. Ciertamente, siguiendo la Evangelii Gaudium, en este encuentro se guarda el manantial de la evangelización:
Sólo gracias a ese encuentro —o reencuentro— con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros? (EG 8)
Para darle más consistencia a la respuesta, Tolentino expresa: «Jesús está contigo. El cristianismo necesita testigos que digan precisamente eso, que lo expresen de manera creíble ante todo con sus propias vidas. El cristianismo contemporáneo necesita esta credibilidad existencial por parte de los cristianos». La credibilidad existencial es parte crucial de la pastoral digital y de la evangelización en el ambiente digital. Por ello, referentes de este ejercicio pastoral, como Antonio Spadaro, recuerdan «la importancia de la categoría y la praxis del testimonio. Hoy el hombre de la Red se fía de las opiniones que aparecen como testimonio»[2]. Con lo dicho, antes de continuar, vale la pena precisar que el testimonio que compartimos no es otro sino el de la propia existencia atravesada por el amor de Dios y la constante plenificacion que ha supuesto acoger este amor.
No obstante, el cristianismo no necesita solo la credibilidad existencial — según el teólogo portugués — sino también la credibilidad cultural. Con respecto a esto, sostiene: «[el cristianismo también] necesita credibilidad cultural. Lo peor que nos puede pasar es hablarnos a nosotros mismos, reducir la experiencia de fe a una conversación clandestina o al círculo de los que ya están convencidos, aferrados a un lenguaje que los hombres y mujeres de hoy no entienden». Sin ser este el espacio para dialogar y reflexionar sobre si la credibilidad cultural del cristianismo solo se juega en el cambio o actualizacion del lenguaje, si vale la pena tener presente la advertencia que nos hace Francisco en la Evangelii Gaudium:
Al mismo tiempo, los enormes y veloces cambios culturales requieren que prestemos una constante atención para intentar expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad. A veces, escuchando un lenguaje completamente ortodoxo, lo que los fieles reciben, debido al lenguaje que ellos utilizan y comprenden, es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo. (EG 41).
Con todo, una cuestión es la crucial para esta reflexión. Tanto del encuentro como del testimonio no debe quedar duda que «Jesús es una buena noticia».
4. Configurar la misión hoy.
Para concluir nuestra reflexión, nos centramos en los apuntes que hizo el cardenal José Tolentino Mendonça en su homilía sobre la misión hoy para los misioneros digitales. Sostiene el Cardenal: «la misión de hoy te pide que habites los nuevos Areópagos. Pide imaginación y valentía para anunciar la fe fuera de las puertas, en contextos heterogéneos, donde la presencia tradicional de lo religioso no llega, o llega de manera transformada y enrarecida». Yace aquí una primera consideración que se ha mencionado anteriormente, hoy la misión (digital) supone adentrarse en este nuevo escenario con imaginación y valentía. Indudablemente, sin respuestas prefabricadas ni métodos estándar. Por lo tanto, se exige de una pastoral digital una apertura al discernimiento constante para abordar de manera creativa esta labor evangelizadora. Y en esta labor, la Iglesia ha venido tomando consciencia del papel crucial de tantos y tantas que han asumido esta vocación misionera. Por esto, se puede decir con certeza que «hoy la Iglesia necesita de vosotros, queridos digital influencers, para ser levadura de esperanza en estos nuevos espacios de construcción social que son las redes sociales y las redes digitales» (ibíd).
No perdamos de vista la consideración del documento “Hacia una plena presencia: -Reflexión pastoral sobre la interacción en las Redes Sociales” del Dicasterio para la comunicación que en el inicio de la reflexión sostiene: «de hecho, la cuestión ya no es si interactuar o no con la cultura digital, sino cómo hacerlo» (Hacia una plena presencia, 1). La pregunta por el cómo, tendrá que ser respondida de manera polifónica, no obstante, la respuesta debe estar tejida por la consciencia de que «la verdadera cuestión no es cómo utilizar las nuevas tecnologías para evangelizar, sino cómo convertirse en una presencia evangelizadora en el continente digital», es decir, «una presencia en la red que testimonie los valores del Evangelio» (Ver Directorio para la catequesis, 214. 371).
En todo caso, el cardenal luso aventura algunas respuestas a la pregunta. Primero, sostiene: «Escuchando el Evangelio, comprendemos que Jesús habla en plural a una comunidad de discípulos» con lo que se sigue que «el cristianismo no nos pide heroísmos solitarios, sino la audacia de tejer auténticas relaciones de comunión. La Iglesia es un trabajo en equipo». La forma de ser una presencia evangelizadora es la comunión. Al respecto, como hace también el documento “Hacia una plena presencia”, Tolentino recuerda que:
A veces, lo que se ve es que las redes sociales funcionan como una burbuja, donde la polarización y el rechazo se normalizan fácilmente. A veces, lo que vemos triunfar es la lógica del espejo y una cierta tribalización del discurso, muy diferente de la misión sinodal que Jesús nos encomienda. Él nos exhorta a caminar hacia los demás. Para eso, tenemos que aprender a reconocer a nuestro prójimo, e incluso a nuestro “prójimo digital”.
Tener esta claridad es importante. El misionero digital es invitado a reconocer estos “ruidos” del contexto digital. Sin embargo, la sugerencia del teólogo argentino, Agustín Podestá, resulta importante. En su reflexión sobre el documento del Dicasterio para la comunicación expresa:
El llamamiento es a lograr la comunidad más allá de las diferencias (dentro de la Iglesia “todos, todos, todos” como dice Francisco a menudo). Sin embargo, abandonando una actitud ingenua, también a menudo parece difícil lograr la comunión frente a algunas posiciones tan radicalizadas o extremas. Y no pienso aquí en no creyentes o de otras confesiones, sino en particular en mismas personas católico-romanas.
Esta advertencia entra en sintonía con aquella realizada por Francisco en la Gaudete Et Exsultate:
También los cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena. Así se produce un peligroso dualismo, porque en estas redes se dicen cosas que no serían tolerables en la vida pública, y se busca compensar las propias insatisfacciones descargando con furia los deseos de venganza. Es llamativo que a veces, pretendiendo defender otros mandamientos, se pasa por alto completamente el octavo: «No levantar falso testimonio ni mentir», y se destroza la imagen ajena sin piedad. Allí se manifiesta con descontrol que la lengua «es un mundo de maldad» y «encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida» (St 3,6). (GE 115).
Con este panorama y con estas advertencias, la misionera y el misionero digital son invitados por el prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación a dos cosas concretamente: 1) «Actuad como corresponsables de la Iglesia y de su misión»; 2) «Ayudad a convertir los inviernos en primaveras».
Sin intención de agotar las implicaciones de lo que el cardenal, teólogo y poeta, ha querido transmitir con estas invitaciones, parece sugerir que la Iglesia está empezando a entrar en una primavera misionera, ya que asume y cree que lo que se realiza en el ambiente digital constituye una verdadera labor misionera de la cual todos los que estuvieron en aquel auditorio en agosto pasado, así como aquellos que no pudieron asistir, son corresponsables.
[1] Laico panameño. Magíster en Creación Literaria por la Universidad Internacional de Valencia. Candidato a Bachillerato Eclesiástico en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Licenciado en Animación Digital por la Universidad Latina de Panamá. Su experiencia incluye la invitación como profesor en cursos y espacios de reflexión teológica en diversas instituciones destacadas, como el Instituto Nacional de Pastoral (INPAS) de la Conferencia Episcopal de Venezuela, el Centro de Formación Cebital Celam, la Conferencia de Religiosas y Religiosos del Perú, el Programa de Teología de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad Católica Luis Amigó en Medellín, y la Cátedra Carlo Maria Martini del Departamento de Teología del Centro de Teología e Ciências Humanas (CTCH) de la PUC-Rio, Brasil. Además, ejerció como profesor de Teología en Formación Continua en el Centro Sofía de la Universidad del Sagrado Corazón de Jesús en Puerto Rico. También ha participado como misionero digital en el Sínodo Digital de 2022, un evento que se llevó a cabo en el contexto del proceso sinodal, bajo el auspicio del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano. Como evangelizador y pastoralista digital, su labor consiste en llevar la palabra y las reflexiones teológicas a las “calles digitales”. En la actualidad, desempeña el cargo de Digital Project Manager en Formación Continua de la Escuela de Teología y Ministerios del Boston College, ubicado en Estados Unidos.
[2] Spadaro, Antonio. 2018. «Evangelizar En El Tiempo De La Red*». Razón Y Fe 269 (1386):365-74. https://revistas.comillas.edu/index.php/razonyfe/article/view/9818.