Espiritualidad en tiempos de coronavirus: una vuelta al hogar

Reflexión basada en el Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Por: Hna. Madeline Ortiz Rivera, rscj
Directora del Centro Sofía

Llama la atención cómo en este tiempo de emergencia por el coronavirus la alternativa fuerte sea quedarnos en nuestras casas y allí continuar gestando la vida cotidiana: hasta el trabajo hay que ubicarlo dentro de una situación de cuido, atención; compartir lo que tenemos en nuestros ambientes familiares, que todos sabemos lo retantes que son en el día a día.

Esta nueva realidad me lleva a pensar en lo que nos presenta, en claves de espiritualidad, el libro de los Hechos de los Apóstoles de la Biblia. En estos relatos encontramos un modo de vivir de las primeras comunidades cristianas. Podemos leer sobre como vivieron el espíritu cristiano en medio de situaciones complejas y nada fáciles. La casa, el hogar, fue la base donde se fue gestando la experiencia espiritual de esas primeras comunidades. Entiendo que la situación actual nos está forzando a valorar este espíritu doméstico tan femenino y lleno de calor humano. 

Lo primero que podemos rescatar de estas comunidades es que las casas eran ambientes de acogida, de compartir y de hospitalidad. Recibían a cada persona nueva convertida y nadie se sentía extraño; al contrario, se sentían parte de una comunidad que acogía solidariamente. Se transmitía la Buena Noticia, el evangelizar, desde la vida y el trabajo cotidiano. La autoridad se ejercía como cuidado del otro y la otra y el instruir se hacía desde la caridad, con amor y humildad, cultivando la preocupación por los demás. 

Había un sentido de hermano y hermana, se reforzaban los lazos de solidaridad intergrupales, especialmente cuando había conflictos. La colaboración entre hombres y mujeres nacía de su vinculación a Jesús y su propuesta de un nuevo estilo de vida solidario. Se suscitaban redes fraternas, que nutrían la fe, se sostenían en el compromiso y en el diálogo con el mundo circundante y se alentaban en las dificultades y sufrimientos. Eran tiempos difíciles de persecución, muerte y violencia, pero las primeras comunidades cristianas presentaban un nuevo estilo de vida comunitario desde las casas, que trascendió el momento histórico complejo y difícil. 

Como podemos ver, hay muchas claves de espiritualidad para vivir hoy ese ambiente solidario que se tenía en las casas, lugar de lo femenino y relacional, lleno de retos, al igual que hoy vivimos ante un mundo en emergencia viral que nos trasciende y nos coloca en nuevas maneras de convivencia desde la experiencia hogareña. Este ambiente privado, se convierte en espacio vital de aprendizaje para nuevos estilos de vida, donde lo femenino y masculino son expresión de una espiritualidad integradora que nos mueve a la esperanza. De esta manera, nuestra casa común, que es el mundo, podrá ser una comunidad solidaria, inclusiva, equitativa y justa, aportando a La Paz tan anhelada. Definitivamente, así lo vivieron las primeras comunidades cristianas donde todo comenzó a gestarse, en ese espacio tan sagrado y lleno de espiritualidad que es el hogar.