Día internacional de la Mujer | 8 de Marzo
Por P. Edgar Torres Santos, CSsr.
«Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros?» Jn 2, 4
Sobre la faz de la Tierra, de boca en boca se susurra, solo hay un amor que se acerca a la comprensión humana del amor de Dios. Ese ser tiene nombre y se llama mujer; creatura establecida a imagen y semejanza de Dios. La mujer es un ser gestor y conspirador. Ninguna adversidad la vence porque en su interior se encierra la vía conducente a la fortuna de acoger la vida. Voz que se levanta clamando dignidad y vida. Es hacedora de derechos que se reivindica tras un largo trayecto de concienciación subversiva y ante la opresión e imposibilidad de dar cumplimiento a la consecución de la felicidad. Es garante de unidad, detalle, entrega, sensibilidad y cordura. Mujer, eres esperanza de un mejor mañana; un sueño que se gesta y encuentra luz en ti.
Desde la respuesta de abrazar la vida, en seguimiento de Jesús, la realidad femenina adquiere múltiples rostros que dan cimento y sentido. Inicia, desde el sí al don de Dios en la vida humana, o sea, la Fe; continúa con lo que contiene la Revelación y fundamenta la enseñanza; la Palabra. Concreta con la realidad que nos acoge; la Comunidad; sigue con los que formamos parte al recibir el bautismo y se constituye en Maestra; la Iglesia. Es la acción que ratifica la vivencia evangélica y pastoral al celebrar, en comunidad, la Liturgia y la Eucaristía. Entre otras muchas cosas ratificamos que la mujer es esencia y gestora del bienestar familiar. Su accionar desde la fe ha llevado a la constitución de un mundo más humano. Solo resta decir, ¡gracias Mujer!, por llenar cada espacio, impulsar la implicación, el cuidado, el interés por el otro y ser imagen de Dios.