La esencia de este tercer domingo de adviento es la alegría que brota de un corazón misericordioso.
Por Ivette Jiménez Maldonado.,
Profesora de teología Universidad del Sagrado Corazón.
Seguimos en este caminar de Adviento con los sueños de Dios. Y la esencia de este tercer domingo es la alegría que brota de un corazón misericordioso. Alegría de un Dios con nosotros, que nos brinda su mirada de amor y nos da la salvación. Su sueño es que tengamos su mismo corazón, compasivo y bondadoso.
Que podamos ser mensajeros de consolación para todos los pobres y afligidos. Que podamos llevar esperanza a las personas que sufren. Porque hemos experimentado la fuerza del espíritu en nuestras vidas y con esa confianza deseamos liberar a otros llevando esa buena noticia de un Dios que nos habita. Tanto la lectura del libro de Isaías como la del evangelio nos invitan a descubrir los signos de vida y de luz que el espíritu nos da para poder así ser testigos de su inmensa misericordia. Un Dios que siempre hace nueva las cosas, sólo espera que seamos fieles y confiemos que su espíritu nos acompaña siempre. Jesús al proclamar esta lectura anuncia que ya ha llegado la salvación y el reino de Dios.
Que durante este adviento podamos experimentar su presencia y misericordia siendo signo profético del espíritu de Dios en todo momento y lugar. No hay mayor regalo que saber que el espíritu de Dios está en nosotros…