Vía Crucis de las personas negras en Puerto Rico
En la siguiente publicación podrás leer, meditar y orar la reflexión realizada por un grupo interuniversitario de estudiantes, profesores y administrativos del Seminario Evangélico de Puerto Rico y la Universidad del Sagrado Corazón. Esta reflexión se realizó en el contexto de la Cuaresma del año 2023, para la Fiesta de San Oscar Arnulfo Romero. Esta fiesta litúrgica fue la clausura de la Semana de la Afrodescendencia y contó con representación ecuménica.
Esta reflexión se inspira en la tradición católica del Vía Crucis o Vía Dolorosa; el camino de oración y reflexión que en 14 estaciones representan los momentos de dolor, compasión, solidaridad, injusticia y paz que vivió Jesús camino a su crucifixión.
Los autores de esta reflexión son los siguientes:
Hector L. Ramos Jr. | Nayelis Jaime Morales |
Jeamy Melendez del Rosario | Dra. Agustina Luvis Nuñez |
Willa Guerrero Karikurubu | Alondra Avilés Rodríguez |
Luna Smith Domenech | Naomi Ferrer Peña |
Edwin A. Figueroa Narváez | Miguel Vasquez Cora |
+ En el nombre del Padre + del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén. Señor, que la meditación de tu Pasión y Muerte nos anime y ayude a tomar la cruz de cada día y seguirte, para un día resucitar contigo en la gloria. Amén.
PRIMERA ESTACION: CONDENADOS A UNA HISTORIA DEFINIDA POR LA ESCLAVITUD (JESÚS ES CONDENADO A MUERTE)
Preguntemos a cualquier persona con educación promedio en Puerto Rico sobre cuál es la historia de los negros y las negras y te responderá: la esclavitud. ¿A caso ese imaginario generalizado no es ya una abominable condena? Crecemos viendo en los libros los rostros imaginados de las personas esclavizadas en los tiempos de la colonización y conquista de América. Es doloroso que siempre esos rostros de los ilustradores se asemejen a las madres, abuelos, padres y hermanas de las personas negras. La esclavitud no es nuestra historia. Es la historia de los imperios infames que construyeron su poderío sobre el trabajo y los cuerpos de las personas esclavizadas. La esclavitud no es la historia de la gente negra. La esclavitud es la historia de los países que sostienen su progreso en la mano de obra esclavizada por condiciones miserables de trabajo obrero. La esclavitud no es la historia de África. Es la historia de los países del Norte que encontraron en el continente el instrumento más eficaz para amasar riqueza.
La esclavitud es una ruptura en nuestra historia, son las páginas arrancadas de nuestra herencia. Es el trauma generacional que nos condena siempre a mirar nuestra piel y poder fácilmente presagiar manos encadenadas, espaldas latigadas, rostros moreteados y pies descalzos.
SEGUNDA ESTACION: CARGAMOS CON LA PESADA CRUZ DEL PREJUICIO COTIDIANO. (JESÚS CARGA CON LA CRUZ)
No me dicen negro me dicen trigueño, que, si soy muy inteligente o culto para ser negro, también dicen que me tengo que casar con alguien de piel blanca y que para mejorar la raza. En Puerto Rico el ser racista está normalizado, es la cruz que cargamos las personas negras todos los días. ¿Por qué me tienes que llamar negrito como si fuera menos que tú?
¿Por qué las personas negras no podemos ser inteligentes? ¿Qué raza hay que mejorar? Los puertorriqueños somos racistas. Si prestamos atención a la radio, la televisión, al periódico o si nos fijamos en la conversación que tenemos a diario podemos ver que somos racistas. Diariamente, se crean y se reproducen nociones despectivas acerca de la negritud en Puerto Rico. El racismo se valida y practica constantemente en espacios cotidianos sin cuestionarse. Cuando no se cuestiona o se cuestiona “bajito”, la cruz se vuelve más pesada.
Los que cargan la cruz son las personas negras que día a día se tienen que enfrentar al racismo cotidiano, esforzarse el doble por conseguir una vida digna, buscar comida, intentar tener una buena casa y un buen trabajo. Tenemos derecho a desarrollarnos plenamente y tener calidad de vida, tenemos derecho a caminar siendo felices, sin miedo a que nos ofendan o a alguien se le escape un mal chiste. No merecemos tu racismo cotidiano.
TERCERA ESTACIÓN: CAEMOS POR PRIMERA VEZ SIENDO NIÑOS, A TRAVÉS DEL LENGUAJE Y LAS TRADICIONES RACISTAS. (JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ)
No nacemos con la conciencia de ser negros, nos la imponen. Todavía no hemos aprendido nuestro nombre cuando nos bautizan negrito o negrita. No hemos tomado conciencia de nuestros cuerpos cuando ya los adultos lo han sexualizado. No tenemos idea de qué “seremos cuando grandes” cuando ya nos han disfrazado de esclavos para la Noche Puertorriqueña o de tamborileros en Navidad. No sabíamos de temer a la oscuridad hasta que nos dijeron que nos desaparecíamos en ella. No sabíamos lo amarga que puede ser una sonrisa hasta que nos dijeron que sonriéramos para que nos viéramos en la foto. Hemos caído, pues cargamos con el peso de los estereotipos y preconceptos que se esparcen a través de la tradición y el lenguaje.
Desde muy niños caemos inocentemente bajo el discurso de que somos iguales en Puerto Rico, porque todos tenemos algo de blancos, taínos y africanos. Un mito que nos hace tropezar y fallar en la búsqueda de la igualdad. El acto de formalizar una identidad se convirtió en una fachada para esconder el racismo. Caemos por vez primera cuando nos hacen sentir culpables por el dolor que sentimos ante la discriminación, porque es que somos muy changos para aguantar un chiste. Poco a poco la percepción hacia nosotros mismos se ve desfigurada por la idea de inferioridad y por el continuo deseo de ser aceptados y aprobados. Caemos con nuestra identidad que se corrompe junto con nuestra autoestima.
CUARTA ESTACIÓN: LOS PADRES Y MADRES SE ENCUENTRAN CON SUS HIJOS NEGROS. (JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE)
Muchos padres y madres de niños en negros en Puerto Rico, vivimos como María acompañando a nuestros hijos en los momentos más duros de sus vidas. Un acompañamiento muchas veces silencioso, sosegado que proveemos ante una sociedad que no provee igualdad de oportunidad educativas y sociales. Sufro como María de solo imaginar la inseguridad y discrimen que vivirá mi hijo en las calles ante el discrimen y crímenes de odio racial. Los padres de niños negros tenemos una constante preocupación por su futuro y temor por los agravios físicos y heridas emocionales que puedan sufrir por su color de piel. Es injusto que tengamos que enseñarles a nuestros hijos a ser fuertes y a defenderse del discrimen, en lugar de enseñarles a ser vulnerables y a confiar en las personas.
Oremos por nuevas estructuras de Gracia. Liberemos a nuestros hijos e hijas negros de esta cruz tan pesada Los queremos ver crecer libres y sin miedo, desarrollando sus dones y talentos. Oremos para que las familias negras puedan vivir con dignidad y seguridad. Que no tengamos más madres que, como María, tengan que acompañar a sus hijos negros por la vía dolorosa del racismo. Luchemos por un nuevo sentido de comunidad que abarque y celebre la rica diversidad de todos.
QUINTA ESTACIÓN: LA NECESIDAD DE SOLIDARIDAD DEL RESTO DE LA SOCIEDAD CON QUIENES PADECEN DISCRIMEN RACIAL. (JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO)
Según algunas fuentes, Jesús no pudo arrastrar la cruz hasta el final. Como muchas personas negras y esclavizadas por el prejuicio y discrimen no han podido. Es entonces que esta estación se convierte en un llamado urgente a la solidaridad de quienes migrando hacia el otro y la otra intentan entrar en sus zapatos y aliviarles con su empatía. Denuncia, habla fuerte, que se enteren que no tienen que cargar la cruz en soledad.¿Puedes prestarnos tus fuerzas, cuando ya casi no queda ninguna?
SEXTA ESTACIÓN: LIMPIAMOS LAS LAGRIMAS DE LA ESTÉTICA IMPUESTA. (LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS)
Las personas negras han sido el “sin atractivo” de la representación en Puerto Rico. Desde el desprecio y el dolor hemos tenido que reconstruirnos, validarnos y amarnos. Parece ser que nuestra naturaleza es una ofensa a la existencia. La carencia de representación es un problema cuando estamos buscando el amor propio. ¿Por qué mi color de piel y mi cabello afro no es digno de representar? Esta pregunta puede llevarnos a apropiarnos de nuestra identidad. Nos frustra cómo el sistema racista nos puede llevar a cuestionarnos quiénes somos, pero ya no más. No quiero seguir un patrón que me diga cómo puedo representar la belleza, quiero sentirme libre.
Hoy, reafirmo toda la historia que me trajo hasta aquí. Me amo, amo mi piel, amo mi pelo, amo mi nariz. Me acepto y no tengo que cambiar mi apariencia a semejanza de los demás. Reivindico nuestra libertad, sin atarnos a una verdad que no es nuestra, sin atarnos a un estereotipo colonizador.
SÉPTIMA ESTACIÓN: CAEMOS MÁS FUERTE ANTE EL PESO DE LA EDUCACIÓN RACISTA. (JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ)
La educación es un derecho humano garantizado en nuestra constitución, pero ¿quién asegura que este camino para la niñez negra sea justo y no una cuesta empinada? No es casual que en las escuelas donde más negres hay es donde menos recursos se reciben. No es casual que en nuestros prontuarios y cursos escaseen los autores, teóricos, científicos y académicos negres. Este sistema opresor y su educación colonizadora hace de nuestro proceso educativo, más que un camino empinado, un peligroso acantilado por el que muchos negres caen sin regreso. ¿Cómo imaginar un futuro profesional, artístico y pleno como estudiante negre si tus libros de textos solo te enseñan negros y negras encadenados, encarcelados, esclavizados y empobrecidos? Adoctrinamos a nuestra niñez constantemente enseñándoles el blanco exitoso y el negro fracasado, mientras que constantemente aprendemos que la negrura y lo oscuro representa todo lo negativo y malo.
Nuestro sistema educativo deja caer a muchos niñes negres todas las veces que los currículos no hacen espacio para celebrarles y visibilizarles de manera integral y respetuosa. Nos reducen a una semana, un mes, un natalicio de figuras americanas que no son representativos de nuestra lucha cimarrona y con eso nos dicen que en Puerto Rico no hay racismo. Caemos duramente como Jesús cuando comemos el corroído “pan de la enseñanza” racista. Les niñes negres merecemos una educación digna, una educación antirracista y una educación accesible y restaurativa.
OCTAVA ESTACIÓN: EL JESÚS SUFRIENTE QUE ACOMPAÑA A LAS MUJERES NEGRAS VÍCTIMAS DEL RACISMO EN PR. (JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN)
En una sociedad que hace caso omiso por las preocupaciones de las mujeres y en especial de las mujeres negras, haciendo ver que son causadas por su imaginación o emociones, Jesús las consuela tomándolas en cuenta. Algunas veces cuando sufrimos, estamos tan enfocados en nuestro propio dolor y ansiedad que no nos damos cuenta de que las personas a nuestro lado sufren también. ¿Podemos desviarnos de nuestro propio viacrucis para consolarlas? ¿Cómo nuestras comunidades cristianas pueden consolar a la familia Ramírez- Cortés de Canóvanas en su vía crucis racista de más de 3 años por parte de sus vecinos?
NOVENA ESTACIÓN: CAEMOS GRAVEMENTE HERIDOS POR EL RACISMO SISTÉMICO. (JESÚS CAE POR TERCERA VEZ)
¡No puedo respirar! Me aplasta la cruz de un Estado que me criminaliza por ser negro, un Estado que me persigue. ¿Es normal que me de miedo cuando se me acerca un policía? ¿Es normal que las personas negras sean las más pobres? ¿Con quién hablo? ¿A quién me dirijo? Si el mismo sistema nos pone aquí.
El racismo fue el legado que nos dejó el colonialismo, sobre todo en Las Américas. Esta práctica sistémica asigna menos valor y trata como inferior a las personas negras al no ofrecerles buenas escuelas, buen sistema de salud, buenas viviendas, buenas oportunidades de empleo, porque son miembros de una raza que es vista como inferior, inmoral, criminal o indeseable. ¿Cuándo empezaremos a deconstruir y construir un sistema que funcione para todes?
Muchas personas negras, caen día a día ante la pesada cruz de este sistema que les condena a sobrevivir con muy poco aliento. Todavía viéndolos presionados contra el suelo por el peso de esta cruz, muchos se atreven a pensar y murmurar: No se esforzó lo suficiente… El que es pobre es porque quiere… El que se esfuerza lo logra. No. No es así. El racismo sistémico puede dejar pegado en el suelo incluso a las personas negras que más se esforzaron, a los que lucharon con todas sus fuerzas por salir de la pobreza y no pudieron.
DÉCIMA ESTACIÓN: DESPOJAN A LAS PERSONAS NEGRAS DE EQUIDAD EN LA SALUD (JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS)
Las personas negras somos las que mayormente sufrimos de hipertensión, diabetes, colesterol y problemas del corazón. Sin embargo, somos las personas que menos acceso tenemos a una salud íntegra en el archipiélago. Mientras más oscuros somos de piel, menos son las posibilidades de tener acceso a un diagnóstico y un tratamiento. Somos la población con menor cubierta de salud en el país. Y los que sí tenemos un seguro médico, somos ignorados o subestimados en las salas de emergencias. Nuestro dolor se minimiza y muchas veces terminamos muriendo en las salas de espera, en la cama de un hospital y en el caso de la mayoría de las mujeres negras, morimos en la sala de parto. Quitar las vestiduras a una persona es equivalente a quitarle dignidad. Cada vez que vamos al hospital o el médico y no recibimos un trato igualitario nos despojan de esa dignidad, nos despojan, como Jesús, de nuestro derecho a vivir sanos.
UNDÉCIMA ESTACIÓN: NOS TRASPASAN LOS CLAVOS DEL SILENCIO, INVALIDACIÓN Y LA INDIFERENCIA. (JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ)
La muerte en cruz es la iniquidad más grande. Hoy, miramos esa cruz y podemos ver a los niños, jóvenes, mujeres, hombres y ancianos discriminados por su color de piel. Condenas que se agravan por la interseccionalidad de clase social, nivel educativo, identidad de género, orientación sexual, religión, diversidad funcional y estatus migratorio.
También, son injustamente crucificados por la opinión general, las personas negras que con libertad de conciencia se posicionan, ocupan los espacios y exigen un trato digno y equitativo. Jesús fue crucificado porque su mensaje constituía una amenaza para las clases sociales que controlaban al pueblo; su mensaje no era conveniente para ellos y lo mandaron a callar. Esta situación se repite hoy, cada vez que una persona racializada levanta su voz, cuestiona, incomoda, denuncia injusticias y recaba cambios. Muchos los crucificamos.
Cada vez que reprendemos a una persona cuando denuncia prácticas racistas, la clavamos la cruz. Cada vez que invalidamos a una persona que está exaltando su negritud o la de otros, la clavamos en la cruz. Cuando dilatamos los cambios exigidos por las personas negras, las clavamos en la cruz. Al invisibilizar la diversidad de rostros y colores en la comunidad, los clavamos en la cruz. Callando cuando presenciamos situaciones o comentarios racistas, los clavamos en la cruz. Cada vez que le imponemos a una persona que se contente con un perdón, pero no reparamos el daño, los clavamos en la cruz. Todas las veces que te permites ser indiferente descansando en tu privilegio blanco, nos clavas en la cruz. Los clavos que atravesaron el cuerpo de Jesús hoy traspasan nuestros cuerpos negros y afroboricuas.
DUODÉCIMA ESTACIÓN: LOS MIGRANTES QUE MUERE EN LAS AGUAS DEL CARIBE (JESÚS MUERE EN LA CRUZ)
Quisiéramos pensar que no todo está perdido, pero para algunas personas todo terminó. Muchos imaginan el Caribe y sus aguas cristalinas y piensan en un paraíso terrenal. Nada más lejos de la verdad. En el fondo del mar Caribe descansan los restos de muchos migrantes negros que encontraron su muerte navegando sus aguas. El Caribe se ha alimentado de la desesperación de los migrantes por buscar un mejor por venir. Al menos 321 migrantes murieron o desaparecieron en rutas marítimas por el Caribe en el año 2022, una cifra récord. Esos migrantes son casi en su totalidad negros o afrodescendientes. Por todas ellas y ellos que se les apagó la luz de los ojos, HACEMOS SILENCIO y no bajamos la cabeza para no ver… sino que los miramos a la cara para nunca olvidar sus rostros y sus historias tronchadas. Ellos ¡MUERTOS! Desde la cruz nos cuestionen, nos interpelen, nos incomoden…
DECIMOTERCERA ESTACIÓN: BAJAMOS DE LA CRUZ CUANDO INCORPORAMOS ANTIRRACISTAS (JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
¿Qué podemos hacer ante el daño que está hecho? Jesús ya está muerto; todo se acabó; se derrumbaron los sueños de liberación y esperanza. La injusticia parece haber triunfado. Una imagen que parece oscura, pero no lo es. Aún están los que viven, los que aman, los que viene detrás de los crucificados y crucificadas, que vienen con renovadas fuerzas para luchar. Bajar de la cruz a las personas crucificadas es defender los derechos humanos, particularmente de las personas discriminadas: el derecho a la tierra, a una vivienda digna, al trabajo, a un salario justo, a la salud, educación, seguridad, a la vida sin miedo.
Bajar de la cruz a los crucificados y crucificadas es ser portadores de un mensaje de consuelo y de esperanza, pues sólo actuando en solidaridad se podrá hablar de esperanza para esas madres y padres que tienen que enterrar a sus hijos e hijas, víctimas del crimen y el narcotráfico. Hoy, bajar de la cruz es denuncia todo lo que minimice o destruya la humanidad de la gente negra. Además de a Jesús, ¿a quienes más tenemos que bajar de su cruz?
DECIMOCUARTA ESTACIÓN: SUEÑOS Y ASPIRACIONES SEPULTADAS DE LAS PERSONAS NEGRAS. (JESÚS ES SEPULTADO)
Deseamos ser más, deseamos estar en la cúspide junto a los demás. La realidad es que son más las personas blancas que aplauden el éxito de otros blancos, que las personas negras aplaudiendo el éxito de otros negros. Basta con tan solo dar una mirada a las graduaciones de las universidades para tener prueba de esto. Todavía es una proeza que personas negras lleguen a profesiones, posiciones, o reconocimientos predominados por personas blancas. ¿Cuántas personas negras y afrodescendientes tienen que vivir con sus aspiraciones sepultadas? Basta con hacer un juicio sobre nuestro tono de piel para que, incluso inconscientemente, nos consideren inferiores o incapaces para el puesto de trabajo que soñamos o para el reconocimiento para el cual hemos trabajado. Estamos avanzando, pero no es suficiente.
Aún las personas negras y afrodescendientes somos mayoría en los puestos de trabajo de menor remuneración económica, somos mayoría en las filas del desempleo, en el anonimato de las innovaciones y buenas ideas que otro se llevan el crédito. Todavía es un “privilegio” para nosotros tener ambiciones altas. Son menos las personas negras que pueden decir que lograron el trabajo de sus sueños, que alcanzaron a ejercer su vocación. Muchos se tienen que contentar con hacer cualquier trabajo u oficio y dejar sus sueños en la desdichada sepultura del olvido o la resignación. Pareciera que, para muchas personas negras, “los sueños, sueños son”.
DECIMOQUINTA ESTACIÓN: RESUCITAMOS EN LAS VICTORIAS DIARIAS CONTRA EL RACISMO (JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS)
Aun cuando todo parece perdido las nuevas generaciones se están levantando. Los jóvenes negros y afrodescendientes cada vez más unen sus voces y sus fuerzas para construir nuevas formas de vida digna y plena para todos. La resurrección de Jesús es un llamado a la esperanza y a luchar por nuestra dignidad. Jesús nos acompaña en el sufrimiento, pero no acaba en la muerte. Queda en nuestras manos la posibilidad de cambiar, de mejorar, de apostar al futuro. ¡No estamos solos! La maldad nunca triunfara sobre el bien.
Resucitaremos cuando comencemos a ceder la palabra para que se escuche la voz de la persona negra. Resucitaremos cuando garantizamos espacios a las personas negras en los lugares de toma de decisiones. Resucitaremos cada vez que se atienden con seriedad las acusaciones de racismo. Resucitaremos cuando abramos espacios privilegiados para resaltar la historia y la cultura afroboricua y afrocaribeña. Resucitaremos cuando revisemos nuestros currículos e incorporemos contenidos y metodologías antirracistas en el aula. Resucitaremos cuando quitemos el estigma de las religiones afrocaribeñas. Resucitaremos cuando las personas blancas comiencen a hacerse responsables de su privilegio. Resucitaremos en las victorias diarias contra el racismo.
Día a día en pequeños actos de equidad y en los proyectos de justicia racial, va resucitando el Puerto Rico en el que deseamos vivir. ¡ESA ES NUESTRA ESPERANZA!