Señor, convierte nuestras Iglesias en “posadas”,  para acoger a los necesitados

Lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él 

(Lc 10,34)

Reflexión 

Un Samaritano se hizo cargo del hombre que había caído en manos de los ladrones. El Samaritano superó sus prejuicios y partidismos. Vio a alguien necesitado y lo llevó a una posada. “Al día siguiente dio dos denarios al posadero y le dijo: ‘Cuida bien a a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta’” (Lc 10,35).

En cualquier sociedad humana, la hospitalidad y la solidaridad son esenciales. Requieren la acogida forasteros, extranjeros, migrantes y personas sin hogar. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a la inseguridad, la sospecha y la violencia, tendemos a desconfiar de nuestros prójimos. La hospitalidad es un testimonio importante del Evangelio, particularmente en contextos de pluralismo religioso y cultural. Acoger al “otro”, y ser acogido a su vez, está en el centro del diálogo ecuménico. Los cristianos tienen el desafío de convertir sus Iglesias en posadas donde sus prójimos puedan encontrar a Cristo. Tal hospitalidad es un signo del amor que nuestras Iglesias tienen entre sí y por todos.  

Cuando nosotros, como seguidores de Cristo, vamos más allá de nuestras tradiciones confesionales y elegimos practicar la hospitalidad ecuménica, pasamos de ser extranjeros a ser prójimos.

Oración 

Padre de amor,  en Jesús nos mostraste el significado de la hospitalidad,  cuidando de nuestra frágil humanidad.  Ayúdanos a convertirnos en una comunidad  que acoja a aquellos que se sienten abandonados y perdidos,  construyendo una casa donde todos sean bienvenidos. 

Que nos acerquemos unos a otros mientras ofrecemos al mundo tu amor incondicional.  Te lo pedimos en la unidad del Espíritu Santo. Amén.