Ayúdame Señor a amarte a ti, a mi prójimo y a mí mismo con todo lo que soy
Él respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia: y a tu prójimo como a ti mismo”
(Lc 10,27)
Reflexión
La respuesta que el maestro de la ley da a Jesús puede parecer simple, extraída de los mandamientos bien conocidos de Dios. Sin embargo, amar a Dios de esta manera y a nuestro prójimo como a nosotros mismos a menudo puede ser difícil.
El mandamiento de amar a Dios requiere un compromiso profundo y significa abandonarnos por completo, ofreciendo nuestros corazones y mentes para servir a la voluntad de Dios. Podemos pedir la gracia de seguir el ejemplo de Cristo, el que se ofreció completamente y dijo: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42). También manifestó su gran amor a todos, incluidos sus enemigos. No podemos elegir a nuestros prójimos. Amarlos significa estar atentos a sus necesidades, aceptar sus imperfecciones y alentar sus esperanzas y aspiraciones. La misma actitud es necesaria en el camino de la unidad de los cristianos, con respecto a las diferentes tradiciones.
La llamada a amar al prójimo “como a ti mismo2 nos recuerda la necesidad de aceptarnos tal como somos, conscientes de la mirada compasiva de Dios sobre nosotros, siempre dispuestos a perdonar. Considera que somos la creación amada de Dios. Respétate a ti mismo. Busca la paz contigo mismo. Del mismo modo, cada uno de nosotros puede pedir la gracia de amar y aceptar a su propia Iglesia o comunidad, con sus defectos, confiando todas las cosas al Padre, que nos renueva a través del Espíritu Santo.
Oración
Señor, danos la gracia de conocerte más profundamente, para amarte con todo nuestro ser. Concédenos un corazón puro, para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Que el don de tu Espíritu Santo nos permita ver tu presencia en nuestras hermanas y hermanos, para que podamos amarnos unos a otros con el mismo amor incondicional con el que tú nos amas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.