Celebremos a Santa Magdalena Sofía Barat
Por Carlos J. Vazquez Rivera.
Santa Magdalena Sofía vivió en un contexto sociopolítico complejo. Para ella: “Sin valores humanos no hay persona cabal ni Vida Interior válida”. “El desarrollo de la interioridad, que es el hábito del corazón, hará a la persona vigorosa y madura”. Y para forjar la interioridad, elige el camino de la formación en valores, unos valores que cada persona posee en germen y que la educación lleva a su plenitud. Educar en la interioridad supone una exigencia y un reto; es un valor esencial para llegar a ser persona.
“Hoy, más que nunca, los estudiantes necesitan: hacerse interiores, aprender a ser autores de su propia vida, con un eje personal que los sostenga y los unifique como seres valiosos, únicos, irrepetibles, con unas metas claras y elevadas que los motiven y trasciendan, para llegar a ser lo que están llamados a ser”. M.S.B. 1830
Magdalena Sofía estableció una jerarquía de valores. Tenemos que tener presente, que en el proceso educativo los valores no se alcanzan uno detrás de otro sino de modo simultáneo. Cada etapa de la vida es propicia para desarrollar un valor, y en cada una se consigue una especial madurez. Esto exige una atención personal a cada alumno porque cada uno es único. Esto solo se consigue con ese amor que capta las necesidades de cada uno y sabe adaptarse a ellas con acierto “para formar el espíritu y el corazón”. El sueño de Magdalena Sofía que hoy es el nuestro es que “cada persona se abra a la verdad, al amor y a la libertad”. “Sé tú mismo”, Janet Stuart. En este sentido proponemos reflexionar sobre estos tres primeros valores.
1. Respeto a la vida y a la dignidad de las personas:
Este valor es uno que nos adentra en lo nuclear de los sentimientos y las preferencias del Corazón de Jesús: el respeto y el cuidado de la vida en todas sus dimensiones.
Sin respeto no podemos imaginar nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestras familias y grupos, nuestra universidad, nuestra vocación y tarea educativa. El respeto es el fundamento a partir del cual muchos otros valores se desarrollan y adquieren sentido y un significado más pleno. La educación debe permitir a nuestros estudiantes llegar a ser seres humanos conscientes del propio valor y del valor de los demás lo que permite que educadores y alumnos reflexionemos sobre el quehacer de cada uno, pudiendo entonces intentar cambiar el mundo respetándose a sí mismo, al otro, a la tierra..
“…una sociedad no vive sin utopías, es decir, sin un sueño de dignidad, de respeto a la vida y de convivencia pacífica entre las personas y los pueblos. Si no tenemos utopías nos empantanamos en los intereses individuales y grupales y perdemos el sentido del bien vivir en común” Leonardo Boff
Respetar implica:
• Querernos a nosotros mismos, aceptarnos, valorarnos, vivir con coherencia y sentir que merecemos el aprecio y el cariño de los demás.
• Empatizar; ponerse en el lugar del otro y comprender qué siente y cómo siente.
• Aceptar la diversidad, la convivencia con los demás. Todos somos diferentes, pero iguales en el fondo. Practicar la integración, la tolerancia, el diálogo, la admiración y la justicia.
• Valorar y admirar todo lo que nos rodea, cuidarlo, mimarlo, a veces los detalles constituyen el todo. Proteger el entorno que es la casa de todos.
“Debería crecer nuestra reverencia hacia los otros pensando que, más allá de lo bueno que vemos en ellos, lo mejor sigue estando siempre escondido”. Janet Stuart
2. Escucha.
Abrir los sentidos es el primer paso hacia la contemplación. La sensibilidad es la puerta de acceso al ser. Trabajamos el valor de la escucha desarrollando la capacidad de escucharnos a nosotros mismos, de hacer silencio, de escuchar la realidad que nos rodea y capacitarnos para el asombro y la admiración ante todo lo creado. Contemplar y escuchar la realidad del mundo nos dinamiza e impulsa en nuestra misión.
“Que cada persona descubra su mundo interior donde habita lo más auténtico de ella misma. Priorizamos la educación del corazón, lugar de los afectos, las emociones, la expresividad, la creatividad y fomentamos experiencias significativas de interioridad”
Educamos en una escucha generadora que nos lleva a detenernos y prestar atención a lo que está presente, que nos lleva a escuchar con todos los sentimientos propios y las emociones del que habla, a suspender el juicio y subrayar más lo que no comprendo y me cuestiona que lo que no me gusta de lo que oigo. Una escucha que nos ayuda a ir al fondo de las cosas y de las personas y a avanzar desde el diálogo. Aprendemos a escuchar también el grito de los excluidos, de la realidad que sufre y espera.
3. Educar en libertad.
¿Qué implica educar en la libertad?
Educamos en una libertad responsable, que nos va haciendo capaces de discernir las diferentes opciones que en todo momento tenemos ante nosotros y de tomar decisiones en base a los valores que nos humanizan y caminando en aquello que va dando sentido a sus vidas. De alguna manera es ir pasando del deber, al querer profundo. La libertad se educa, se va construyendo con el esfuerzo, se va recibiendo de otros: libertad de y libertad para. Es necesario educar la libertad para decidir desde criterios propios. Se trata de educar para ser personas libres y liberadoras. La libertad se convierte así en un don y en una tarea.
Para finalizar, comparto contigo unas preguntas para reflexionar:
- ¿Con cuál de estos valores que presenta Magdalena Sofía te identificas y por qué?
- ¿Qué elementos o actitudes podrían mejorar tu capacidad de escucha?
- ¿Me considero una persona que actua en libertad?